
Ya en la sala de espera, rodeado de mujeres ávidas de lectura, Semanales de no se que fecha y toda clase de revistas del corazón o de cualquier otro órgano. La espera, pues eso que así se llama el lugar en cuestión, una hora de reloj que me pareció como tres o más del sol.
Lo mejor de todo, el profesional de los dientes, amable y eso que hay que ser "profesional". Vaya desde aquí un saludo a todos los odontólogos, que en mi caso al hablar de esto que no sirva de crítica para estos hombres que nos mantienen la boca, apta para poder hincarle el diente (nunca mejor dicho) a todo lo que se menea.
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