Si, es cuestión de todo (lo queremos todo, ¡ya!), al sonar el despertador ya nos encontramos estresados si es que se puede denominar así. De repente y en un momento, pasa por nuestra mente el día completo. Como lo tenemos memorizado vamos dibujando nuestras cosas sin darnos cuenta que es más rápida nuestra mente que nuestro cuerpo.
A medida de que la jornada avanza, empezamos a encontrarnos más pesados, esa sensación no es debida a nuestro esfuerzo físico, si no a la falta de tiempo para nuestra organización diaria. Ni te cuento como estaremos a las cinco de la tarde. A punto de terminar y todavía nos harían falta unas cuantas horas más.
Esta exposición, no es generalizada (menos mal), si no que está pormenorizada a un montón de personas que les sucede día a día (no es mi caso). Ante estos hechos de muy difícil solución, debido a la competividad en la cual estamos inmersos. Estamos abandonando esos valores que muchas veces nos mantienen con vida (amigos, familia, etc.).
Pensemos por un momento que no se acaba todo en un día, que los días son gratis y que por lo tanto, hay que disfrutarlos en la medida de lo posible. No olvidemos esas pequeñas cosas que casi siempre son muy grandes.
2 comentarios:
Todo esto lo aprendí yo hace poco y la verdad es que mis días son muuuuucho más relajados.
Hay que vivir esas cosas pequeñas y disfrutarlas a tope, pensando que son las que nos van a dar más vida que otras que esperemos grandes y nunca llegarán.
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