El doctor José Manuel López es especialista en Oncología en el Hospital
Universitario Marqués de Valdecilla de Santander (Cantabria). En un
curioso artículo publicado ayer en la sección de opinión del Diario
Montañes asegura que marca por convencimiento todos los años la equis en
la casilla de la Iglesia Católica cuando hace su Declaración de la
Renta. Y eso a pesar de declararse ateo:
"Mi pensamiento y mi vida discurren ajenos a los dioses, en general, y
al Dios de los católicos en particular. No comulgué ni fui confirmado,
me casé por lo civil, mis dos hijos no fueron bautizados y han estudiado
en escuelas laicas, como su padre. Por lo breve, digo, ni soy católico
ni aguardo orientación de ninguna fe religiosa, la que fuere. ¿A qué
viene, entonces, mi chocante postura de destinar la X del IRPF a la
Iglesia Católica? Algunos la tildarán de gracieta simplona, otros de
contradicción incomprensible, de inane provocación, etcétera. Nada
opongo a tales opiniones, menos aún si sustentan la idea, más o menos
refinada, de que seré aproximadamente un gilipollas. Pero si alguien
desea curiosear en por qué un ateo marca su X a favor de la Iglesia,
quizá le interesen mis tres razones principales".
1. La Iglesia católica es históricamente la organización benéfica más
eficiente.
No estableceré un ranking de altruismo, pero yo, siendo ateo,
dudo que los recursos administrados por la Iglesia sean desdeñables o
necesariamente sustituibles: voto por mantenerlos.
2. Europa está obviando el catolicismo. Asistí recientemente a la misa
dominical en un convento de clarisas, con su olor inefable a musgo e
incienso. A mediodía, las monjas ocupan un coro, allí por el ábside; los
fieles llenan la pequeña nave y el cura lee sugestivos textos, y lo hace
bien, y por un momento me siento parte de algo más grande y más
permanente que yo, algo que sosiega la respiración y atempera el pulso,
sin necesidad de lapidar a nadie. Y luego visitan otra iglesia, donde se
cantaban bellísimas habaneras de tema religioso. Voto por ese espíritu
de paz y concordia, aunque yo no sea creyente.
3. Estoy harto de la beligerancia que existe contra la Iglesia Católica
en nuestra sociedad española. Justo por no serlo, me parece inexplicable
el furor obsesivo por bajar los crucifijos de los colegios. No veo qué
daño causan los símbolos de una fe que no me asiste, pero sí ilustra mi
paisaje histórico y emocional. Me espanta el fanático que se jactaba de
clausurar escuelas católicas o quemar frailes. No concibo que un absurdo
revanchismo haga saludar a gobernantes infames como Chávez y ningunear
al Papa, líder espiritual de muchos compatriotas. A mi juicio de ateo,
es lógico y deseable que el Estado sea laico, pero sucede que España no
lo es. Hay vida inteligente fuera del Estado, así que pongo la X para la
Iglesia Católica, no vaya a ser que algún insensato la destine a
construir mezquitas y tengamos que resucitar a don Juan de Austria".
Doctor José Manuel López.